EL ORIGEN. PARTE I.

Mamarracha ¿se nace o te haces?

Me llamo Paz y me declaro MAMARRACHA oficial, seguramente, de nacimiento.

Seguir las normas nunca fue lo mío. 

Mis primeros 16 años de vida los pasé estudiando en un colegio de monjas, de los cuales tuve que llevar uniforme durante 11 de ellos. Pronto me di cuenta de que sentirme parte de un rebaño, no me daba esa seguridad que otras personas encuentran pasando desapercibidas dentro de un todo.

Tampoco me gustaba llamar la atención, ojo, pero me nacía de dentro la necesidad de no ser una más, de poder expresarme con libertad. Eso era lo que a mí me hacía (y me hace) sentir segura, demostrar libremente y sin complejos quién soy.

Aún llevaba ese uniforme cuando mi pelo comenzó a convertirse en un desfile RGB (o CMYK, para gustos los colores) y utilizaba todo aquello que estuviera a mi alcance para personalizar cualquier cosa. Y del tinte a la tinta. La de los tatuajes que comenzaron a proliferar en mi piel, haciendo así las delicias de mi madre y la que utilizamos para dar vida a nuestros diseños, pero esto te lo cuento en la siguiente entrega.

Mi forma de hablar, de entender el humor, la música y la vida en general, han estado siempre fuera de los cánones establecidos por ... por quien los haya establecido, vete tú a saber.

Ya de adulta, esa necesidad de expresarme me hizo ganarme algún "mamarracha" con tonito chungo. La mayoría de las veces venía de parte de gente a la que veo tan gris que me pasa desapercibida. Es ahí cuando me planteé que si esa gente plana, sin sentido del humor, que sólo le importa lo que piensen los demás, su estatus social o ser políticamente correcto me consideraban una mamarracha, definitivamente, tenía que ser algo bueno.

Y aquí estamos, intentando hacer de esta bonita palabra (que es muy complicada de decir cuando vas borracha) un estilo de vida, una filosofía: 

MAMARRACHA WAY OF LIFE

Por ahora expreso todo esto con algo que usamos a diario: la ropa.

Porque vestir sólo de las marcas que puedes encontrar en cualquier centro comercial, las que lleva todo el mundo, es como volver a ponerme ese triste uniforme del colegio. En tu armario, como en la vida, siempre tiene que haber ese "algo más" que le dé sentido a todo.

Por eso, esta tribu de mamarrachas que quiero que seamos tendrá otro tipo de uniforme. Uno que nos siente como un guante porque estará diseñado con nuestro propio reflejo.

Cuento contigo. ¿Te apuntas?